BANDA OSCURA — Bruno Gruppalli

Victorica
4 min readOct 1, 2024

--

Daniel Joglar, “Clásica”.

El viernes quince de abril de mil nueve ochenta y tres, una joven Rosario Bléfari escribe en algún cuaderno que fue a ver con un grupo de amigos a Sumo (en la discoteca/antro Café Einstein) y cuenta que “en un momento tocaron el tema ese que dice dame dinero, dame dinero y Luca lo cantaba mirando a la barra, donde estaban Omar y los otros. Tenía una botella de ginebra Bols apoyada en una de las cajas de sonido o en un amplificador, ahí a mano, y lo tomaba puro, de la botella, como si fuera agua”. La mirada de Bléfari acentúa ciertas actitudes patoteriles, y tiernas a la vez, de una especie bohemia tan de acá, como por ejemplo pedir dinero de arriba guiado por una extraña seguridad de merecimiento, apurar con la mirada fija a quien se creé que lo tiene o consumir algo para construir una actitud que rodeé como una bufanda de acero al cromo níquel el alma inocente que tiene que bancarse los excesos de un cuerpo pasado de realidad. De todas maneras, no rescata para la posterioridad cualquier otra letra del cancionero de la banda, elije dejar evidencia de aquella que pide dinero de manera seca y terminante.

Bléfari escribió durante muchos años ciertas notas que tenían en común el tema del gasto, de la ganancia, de lo laboral, pero también se entrometía la ciudad, el amor y la enfermedad. Para hablar de dinero tenía que hablar de casi todo. El desequilibrio temporal en que se eligió editar este conjunto de notas (“Diario del dinero” publicado por la Editorial Mansalva) hace pensar en qué a pesar del cambio de épocas, de edades y generaciones, de monedas y lugares para ir a ver música en vivo o tomar un café, es decir, de formas y maneras de relacionarse con el afuera de unx mismo, en ese afuera hay algo que se mantiene constante latiendo a contramano de la tranquilidad personal. Y así cómo en la peatonal Florida se escucha un canto (¡cambio, troco, Exchange!) quizás la realización de una exhibición colectiva podría ser una puesta en escena del deseo de ver ciertas cosas juntas. Cosas portadoras de una bolsa de ansiedades e inquietudes en algunos casos o en otros, de pura materialidad y situación mental (o todo junto), que por unas semanas convivirán en un mismo espacio dentro de la ciudad que les permitió suceder.

Santiago Taccetti
Jimena Losada Lacerna

Fogwill escribió alguna vez que “en el mundo del bien no se puede pensar, porque ya se fue lejos de nuestro alcance”. Por eso, al igual que conviven los bares con las verdulerías en una calle y a su vez, éstas se relacionan con un antro a unos pocos metros o con un grupo de lúmpenes rotosos que salen a buscar otra cosa de lo diario, la cercanía, inevitablemente, genera un texto dubitativo para ser consumido en el estado o manera que cada uno disponga. Estos fragmentos individuales y autoparlantes, construyen un camino deforme que no conduce hacia el oscurantismo o el hermetismo, sino hacia un espacio heterogéneo y desafiante que se derrama en cierta conexión con intenciones conversadoras. Al igual que todo esto podría ser una puesta en escena de un deseo cualquiera, también podría ser una bambalina extraña colocada para poder conversar o ver cosas conversando. ¿Qué relación hay entre la lectura de un diario que nos cuenta gastos y vitalidades desparramadas a lo largo de años y un conjunto de obras de distintas épocas, de artistas que quizás ni siquiera transitan los mismo espacios de la ciudad y en algunos casos hasta ni se conocen en persona?

Recuerdo una noche en la discoteca/antro Cemento, al Omar que menciona Bléfari, en la barra lateral cerca de la entrada, unos cuantos años después, vistiendo una camiseta de Los Ángeles Lakers increpando a gritos a la masa agolpada entre la barra y la pared lateral, cubierta de sudor y olor. El murmullo general a la espera de que comience la siguiente banda se extrañaba por los gritos de Omar en ese momento: ¡Gasten su dinero! Consuman algo! Gasten dinero! Esa performance improvisada (quizás algo patética, pero en ese momento ácida e irónica), vista y leída con el viento de hoy, se me aparece en la mente como un canto maldito y premonitorio de la historia de un personaje, de una ciudad y, finalmente, de un país. Sergio, Omar, quiero dinero, quiero dinero…

— — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —

//// Banda Oscura, curada por Bruno Gruppalli, puede verse en galería Casa Proyecto, San Telmo. Participan: Emilia Tessi, Juan Tarraf, Federico Roldán Vukonich, Noel Romero, Renata Di Paolo, Belén Boeris, Florencia Bruno, Máximo Pedraza, Tiziana Pierri, Daniel Joglar, Gustavo Marrone, Santiago de Paoli, Marina Alessio, Joe Bonomo, Rocio Englender, Santiago Taccetti
Matías Mascarpone, Nicole Moises, Nicolás Moguilevsky, Jimena Losada, Valentina Duro Buceta, Agustín De La Torre y Juan Martín Solari

--

--

No responses yet