¿DÓNDE VAS, CACHORRO? — Violeta Sticotti y Pilar Otero

Victorica
3 min readOct 23, 2023

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A partir de la muestra Cachorro Perdido, de Gal Vukusich, en galería Jamaica de la ciudad de Rosario.

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Una vez un cachorrito se perdió en el monte. Estaba caminando y se perdió y empezó entonces a olfatear. Olfateó sin destino.

Dicen que eran las sierras cordobesas pero bien podría haber sido San Luis o San Juan o Catamarca u Otro Lugar.

Olfateó entre leñas raras, recolectadas en el pasado por unas manos tiernas. Reconoció el olor de esas manos, y se quedó un rato en ellas, oliendo las caricias. Y en las leñas vió caritas, de criaturas que lo saludaban.

Le decían “¡Hola perrito que bueno que estás acá!”. Y le sacaban la lengua de manera peculiar. Pero el mensaje no era fácil de descifrar. Podrían estar haciendo una morisqueta, queriéndolo asustar, entre la risa y la ferocidad.

Pero el cachorro no estaba seguro de haber llegado a algún lado.

Y entonces siguió vagando.

En un momento llegó a un río, muy ancho y marrón, como una taza de café con leche, revuelta y gigante, y desde la orilla olfateó. No sabe cuántos kilómetros recorrió.

Y siguió el agua. En los días soleados y en los pocos días de tormenta eléctrica semi tropical, siguió al trote igual. Cree que era el Paraná.

Y ahí aparecieron otros perros. Hechos de piedras de colores y también grises y opacas. Tenían patas largas y caras alargadas, torsos suaves, torsos espinosos. El primero de ellos era el único que miraba hacia atrás, esperando que los otros lo siguieran, así era, siempre en fila, cantaban y bailaban, hipnotizando a los transeúntes.

Estos perritos estaban unidos por un hilo de aromas entre sus colas y sus patas, formaban una hilera, y llamaban al cachorrito, al unísono, “Cachorrito… vení” “cachorrito saltá”. El cachorrito los siguió, y se unió a su baile.

Tiempo después, nuestro cachorro, el héroe de esta historia, empezó a dar vueltas en espiral. Vueltas que eran, también, una especie de baile.

Aunque, a decir verdad, en el mundo de los perros, no hay héroes ni villanos. Y algunas veces hay que pelear por una rama.

El cachorrito no es uno cualquiera. Y sabe que el tiempo transcurre así, en espiral. ¿Ascendente o descendente?

En el fondo, nuestro cachorro sabe que es más conveniente andar perdido que encontrado. De eso se trata ser un perro.

El espiral como una forma ancestral de ir a contrapelo del tiempo.

Sabe, también, que no es necesario mirar hacia arriba para encontrar constelaciones que cuenten nuestra historia.

Al cachorro en su viaje las piedras y las ramas lo saludaban. Le trajeron recuerdos del pasado convertidos en fábulas. Así todo fue más divertido.

El misterio de las piedras, enteras aún quebradas, no impidió que el cachorro continúe su recorrido.

Atraviesa un laberinto y se pregunta si acaso su hueso estaría enterrado.

En el camino aparecen restos fósiles. El cachorro piensa que parecen sacados de su imaginación.

Algunas veces, confunde el sonido del viento con el de un ladrido, el motor de una lancha con un rugido.

Siguiendo el laberinto, el Paraná, los otros perros, las leñas y su intuición, el cachorrito perdido perdido llegó a Jamaica. Donde montó esta muestra y bailó con sus amigxs reggaeton.

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