EL ÉXITO ESTÁ EN LOS GATOS — Emilia Tessi

Victorica
7 min readSep 19, 2024

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fragmento de una pintura de Rocío Englender

Me estoy preguntando mucho qué pintar. En el afán de encontrar la respuesta, estoy pintando lo que me sale, sin pretensiones. La respuesta es pintar. Sólo pintar. El acto de pintar. ¿Qué es lo que me sale? Nada en concreto; o tal vez sí, es muy concreto lo que me sale: manchas y colores. Pinté retratos copiados de fotografías, pinté flores palito personificadas y ahora estoy pintando abstracto. ¿Emilia Tessi es una pintora abstracta?

Estoy mirando todo lo que pinté antes. Lo ya mencionado y algunas pinturas que abrían paso de un tema a otro. Esas son las que me interesan; no las que estaban entusiasmadas por un sentido, sino las que partían con el mínimo fin de tapar la tela en blanco, con una blanda idea o el hambre de pintar a ver qué sale. Esas pinturas, chiquitas, son las que desenrollé y clavé en la pared de mi taller, tratando de descifrar cómo es que me salió eso. Me estoy copiando a mí misma, observando lo pequeño e intuitivo para pasarlo a un formato más grande. Abstraer más, chico y grande, pero volver a partir desde la blanda idea.

Cuando uno pinta por pintar trata de encontrarle alguna referencia a lo que sale. Unos rectángulos y cuadrados coloridos y ovalados hacen eco en los textiles de Yente. ¿Qué artista mujer argentina del siglo XX era pintora abstracta? Además de Germaine Derbecq y Lidy Prati. Busco en la muestra que organizó Georgina Gluzman en el Bellas Artes a ver si encuentro otra. Anita Payró. Pero lo mío es el color, vibrante, enceguecedor, del pomo, a penas mezclado, poco blanco, poco negro, color, color. El color es una arista en mis pinturas. No sé qué pintar pero tiene que tener color. ¿Qué artistas pintoras argentinas contemporáneas trabajan con color? Valeria Maggi, Graciela Hasper son las que se me ocurren. Es que cuando digo color no hablo de la paleta argentina, ese gris Kuitca o esos apastelados Schiavoni. Hablo del poder del color, chillón, el color grita. Vital y móvil, puro. ¿Mirar una pintura con lentes de sol?

En una pintura de Rocío Englender había un amarillo puro que se escondía en un retrato de ella y sus gatos. A ella le pasó de no saber qué pintar después de trabajar arduamente durante un año para una muestra. Un proyecto de un año que culmina en un mes. ¿Cómo pintar después de eso? ¿Y qué? Rocío tomó a sus gatos como envión. Pinturas que titubean de forma segura sobre un tema que nos concierne a todos: ¿de qué equipo sos, gatitos o perritos?

Hace tiempo que estoy pintando a mis gatos también. Arranqué en un cuadernito con la pintura que me sobraba cuando pintaba en mi casa. Fondeaba un papel de un color y al día siguiente manchaba observando a mis gatos. Este año decidí tomar mis papeles favoritos de las pinturas coloridas y veloces de mis gatos y pasarlos a la tela.

Encuentro un poco de decadencia en el proyecto de pintar a los gatos. Sospecho del siglo XXI con el mandamiento de disfrutar de las cosas mínimas. No me mal entiendan, tener un gato no es algo mínimo, al contrario, requiere de responsabilidad. Sin embargo, reels, tik toks, series y películas nos recuerdan que la clave de la felicidad no se encuentra tanto en el éxito profesional, en el desarrollo de una carrera, sino en el disfrute del sol pegando en la cara, un rico café, una caricia a un gato, una comida casera, una risa entre amigos. El disfrute de las cosas mínimas es un alivio del éxito que demanda el sistema capitalista. El éxito tal vez esté en el hogar, en los gatos y las plantas. Difícil de imaginar y sostener en el día de hoy.

¿A cuánto el alquiler, la comida, los servicios y las expensas? Pintar a los gatos da belleza y calma instantánea. Evadirse pintando es una manera de estar en el mundo. Pintar mientras veo a mis gatos recostados al sol, haciendo contorsiones bellísimas, estirando, bostezando, haciéndose un bollito cual masa de pan. Cómo no sentir la urgencia de congelar ese gesto instantáneo de paz. Una caricia impulsiva toma la forma de una pincelada segura. En las obras de Englender se ve el compromiso por la pintura, pintar solo el acto de pintar es su proyecto también. Una borradura del contorno de una flor se asoma entre las capas de pintura de una de sus obras. Tapar, poner, agregar, pero en la suma se ven las capas anteriores. ¿Qué movimiento, qué paso vino antes o después? Estas obras no tienen miedo de mostrar que la pintura lleva tiempo y en ese tiempo hay preguntas y decisiones.

Hay un ejercicio de pintura, mirar la pintura por cinco minutos, memorizarla y pensar los pasos que hizo el artista para recrear la imagen. Pero en realidad la pintura es algo casual. La pintura acaso ¿es algo casual? No, hay decisión, hay constancia, hay compromiso. Pero en el compromiso de seguir pintando, seguir pintando hasta incluso sin saber qué pintar, aparece algo casual que guía para dónde seguir. Tal vez ese sea mi método y el proyecto es ¿quién se atreve a sostener la vida pintando?

Hay algo peligroso en el placer de las cosas mínimas, de que el único propósito de la vida sea el éxito hogareño. Siento que este triunfo de las cosas mínimas es algo propio de nuestra época pero que en realidad, es una espada de doble filo. ¿Dónde están los idealismos? Le preguntaría un Charly García de 2012 a sus televidentes jóvenes. Soñar grande, ¿qué tan grande? Me hace recordar a mi niñez y adolescencia que nos reíamos de quienes deseaban ser presidente. Como si querer ser presidente es el nuevo quiero ser policía. Estos años (estos días en verdad) se dejó en claro que no hay tarea más decadente o pedorra que ser presidente. Quién va a querer tomar semejante responsabilidad y poder cuándo el único valor de nuestros tiempos es el placer de las cosas mínimas. Así un meme terminó estando en el poder.

¿Cuál es el ejemplo? ¿A dónde y a quién apuntar? La falta de un proyecto. Es por eso tal vez que no sepa qué pintar. Refugio en la pintura y sale lo que sale. Me pregunto si tener una obra ecléctica me hace menos profesional, me hace menos seria en mi rubro. Sin embargo, al preguntarme qué pintar entiendo que es parte de la responsabilidad de ser artista. Es parte de la tarea del pintor. Englender se lo preguntó y en una salita por el barrio de Villa Crespo, encontró la respuesta. El resultado: una muestra de cinco pinturas sobre ella y sus gatos. En un retrato personificado de su gata Potota hay un relieve que se esconde bajo las capas de pintura que llama la atención, es brea, material que la artista usó citando a unos de sus referentes: Alberto Greco. En otra pintura de unos gatitos sentados, se divisan en el fondo unos acróbatas; son los acróbatas de una pintura de Luis Centurión. Los maestros la ayudaron a encontrar la respuesta ante la pregunta qué pintar.

Masotta escribía a finales de los sesentas: “en un país sin maestros, uno tiene que a la vez enseñarse lo que eran las cosas y los otros y aprenderlo todo de esa enseñanza”. Luego aclara que las cosas cambian por salto generacional, pero parte de enseñar lo que eran las cosas es ayudar a la memoria del presente y de las siguientes generaciones sobre su pasado instantáneo. Esa época ya pasó -la de no maestros-, los que tenían que ocuparse de traer o crear las cosas que faltaban en nuestro país ya lo hicieron, ya se ocuparon. En el ámbito del arte: jubilaciones, reconocimiento a mujeres artistas y disidencias, honorarios, carreras, escuelas, talleres, galerías, espacios de arte, museos y ferias. Lugares para el ámbito del arte así también como maneras, formas, materiales, métodos para hacer arte. La gran diferencia entre este y el siglo pasado es que ya hay maestros, un montón, millones, y siguen apareciendo. Maestros: ayuda. Ojo, ayuda a los maestros vivos, no a los muertos, hay un montón pululando en nuestro presente.

Me atrevo a pensar y enunciar quiénes son para mí los maestros que se encuentran pululando. Pienso en mi maestra, Diana Aisenberg, que creó una escuelita de arte en la que formó a un montón de artistas, me enseñó a pintar y a pensar la obra. Pienso en mi tío, que me alienta a seguir pitando regalándome óleos y pinceles para mi cumpleaños. Pienso en Fernanda Laguna, gran referente del animismo ingenuo, de las letras y los espacios de arte, una artista que muestra diversos caminos. Pienso en Guillermo Kuitca, la pintura a escala internacional, con tintes políticos y programas de formación para artistas.

En una entrevista a Cristina Piffer durante el verano de este año, decía que se encontraba esperanzada con el tiempo actual. En su momento no la entendí tanto. Sostenía que tiempos oscuros como estos son ideales para activar. Ahora la entiendo, si no fuera por el momento que estamos viviendo, no estaría preguntándome nada de todo esto. El artista tiene una tarea civil, uno es responsable de lo que crea, dónde exponer y para quién, cómo cuidar, cómo mover la obra, qué pintar.

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