EXPERIENCIA MISIÓN VISIÓN — Gala Altamare

Victorica
3 min readMay 30, 2024

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Un viernes me arrimé a Para vos, Norma Mía! y vi la muestra Misión Visión curada por Julián Medina y Federico Rubí. Meses atrás, en ese mismo lugar, vi pinturas de Ideal Sánchez. Ahora veo obras de Edith Chiapetto (1928–1991). Y luego veré dibujos de Beatríz Varela Freire. El desplazamiento post mortem de obras de arte me entusiasma porque reafirman su autonomía, su entidad de objeto vivo, su propio capricho. Esta condición puede ser, como todo, algo favorable o algo más bien adverso. Pero quizás en este caso, entre Julián y Edith, ocurrió un encuentro inevitable. Sus pinturas estaban colgadas en un espacio cultural de Caseros, de paleta acotada y texturas en bucle, que casualmente desembocan en figuras místicas y personales. Por lo visto una tarde Julián fue a dar clases y ahí zas! se conocieron. Diálogo, Visión, Otros mundos, En la ventana son algunos de los títulos que pudo leer detrás de cada bastidor. Esta suerte de destino se afianza con la presencia de una médium a la que recurrió para confirmar la buena predisposición de la pintora ante la circulación de su obra. Compartir oficio y ciudad natal no es poca cosa.

Me pregunto en qué momento esta calle, hoy bastante concurrida, decidió prender sus luces. ¿Qué pieza del presente, por difuminada o ausente, tendemos a rastrear en el pasado? ¿Qué buscamos en los artistas que anduvieron por la colectora? No sé si tengo respuestas claras pero me gusta pensarlo.

En esta ocasión, Chiapetto está acompañada de varios artistas: Cristina Coll, Nati Cristo, Marina Daiez, Alma Gamerro, Santiago Garcia Sáenz, Lola Orge Benech y Josefina Labourt. Quizás son los compañeros que no pudo encontrar durante su condición humana pero sí varios años después. Muy cerca del piso seis pinturas están dispuestas de forma lineal y horizontal. Las obras sobre la pared toman mi cuerpo como una esponja brumosa y maleable. Mi mente recuerda imágenes de un altar pagano que quizás alguna vez busqué. El fluir de la cosa sin nombre que deambula por el ambiente nos hace sentir algo. En una esquina se suspende una sonoridad que no se oye pero que está ahí. Antes de la inauguración leí, en la revista Caseros y su gente, a Julián confesar: “me atrajeron con su presencia, como la virgen que se le aparece al creyente en una gruta durante una caminata por la orilla del río”.

Las personas se desplazan por la sala como en un zigzag, quizás como nosotros, buscan algún tipo de parentesco. Cosa que a uno le encanta hacer, digo, esto de encontrar familiaridades. Como una señora que husmea con el vecino de enfrente. Y cuando esto no sucede la expectativa crece, y bueno… uno se pregunta ¿Quiénes son sus parientes pictóricos? ¿Dónde está el chisme? Dos o tres desconocidos se animan y apuestan. A lo lejos se escucha: Raúl Soldi, quizás por la mirada de sus personajes, Remedios Varo, quizás por sus texturas inmateriales que se esfuman sin permiso. Me da la sensación de que una rama de la historia del arte argentino se desdibujó en el camino, como una ruta a medio hacer, sin señaléticas de stop. Pero por lo visto, Chiapetto está ahí al descubierto, con el corazón firme, esperando.

Leo en una entrevista de un pintor rosarino que cuenta que la tela en blanco contiene formas ocultas. Es decir, que uno descubre lo que de algún modo siempre estuvo ahí. Poda las ramas del árbol que no dejan ver lo que hay que ver. La pintura de Edith desprende una estela de su mundo interior. Y en ese recorrido descubre seres espectrales, espacialidades oníricas, vírgenes y ángeles con expresiones descolocadas que se repiten en una espiral sinfín. “Para mí, pintar es vivir, yo lo hago alegre. Pinto todas las tardes, para mí no es un sacrificio, es una suerte. Pinté más de 1000 obras”, afirma la artista en una nota. Desprender una estela del mundo interior es orar por una conexión íntima y accidental con lo viviente. Federico escribe que la pintura de Chiapetto es una pintura de ahora. ¿Será por eso que la ruta está a medio hacer? Quizás la frescura de su obra es efecto de no haber caído en las novedades del mundo y en lo que cada época te dice qué y cómo pintar.

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