Me quedaban solo 5 minutos para tomarme el tren que me llevaba a la estación de Flores.
Llegó 8:15 y yo tenía que estar en la escuela a las 8:55, no sé cómo hice pero vi un hueco disponible y, entre toda la masa de gente, albañiles, mujeres jubiladas pero que siguen trabajando, estudiantes, hombres de oficina, mujeres con carros que se bajan en Floresta a comprar ropa en Avellaneda, entré. Logré subir en el único hueco de la decadencia que quedaba, mientras todas las personas empujaban como en un parto, se me enredaba la bufanda y me apretaban el vasito térmico.
Dije en voz alta: “¿a ver si entro ? Perdón, tengo que ir a trabajar”, y se escuchó un silencio seco, un silencio de mate caliente y galletita de agua traviatta partida al medio.
Agarre un envión y me amasé con toda la masa enojada y resignada. Un señor empezó a dar un discurso: “Desde principios de año quitaron todos los servicios, ahora solo mandan uno cada 20 minutos, asi estamos. Yo no sé viejo cómo no se acuerdan del menemismo, vamos camino a la privatización”.
Iba a ponerme los auriculares pero quise escuchar si alguien le respondía algo, si alguien decía algo ¿Acaso alguien algo ? De repente un señor todo apretado desde la puerta le dice: “¡Olvidate! Todo esto lo están haciendo para privatizar los trenes, ese es el único proyecto que tienen en mente estos tipos”.
Me quedé escuchando la charla mientras desbloqueaba mi celular y entraba a Instagram: “Amis busco piso en Barcelona a partir de septiembre” xd :p .
Todos mis amigos están muertos, en Barcelona, en Italia, en Londres y yo sigo tomando el tren Sarmiento, atando los cordones de mis alumnos. “¿Porque no trajiste campera? porque no tengo seño…”. “A ver si mamá nos llena la ficha de los datos por favor”. “Es que disculpe seño, no es q no quiera pero no sé leer ni escribir”.
Wau estoy escribiendo y no puedo creer hace cuanto que no escribo… quizá la última vez fue en el 2019. Nunca iba a ser similar a mi primer poema.
Mi primer libro fue una prosa narrativa de ficción, todo ese género que me inventé en la cabeza en realidad era una excusa para describir pinturas que me imaginaba y no podía pintar. Cuando escribí el libro me desnudé a mi y a las pinturas de mi barrio, me desnudé a mi y a mi barrio. Hebe Uhart decía en su libro de las clases: “Para escribir se necesitan dos cosas: el sentido del lenguaje y el sentido del misterio. En el lenguaje uno percibe un misterio, algo que aparece más allá de lo que digo o me dicen. Pienso en el tango, por ejemplo: ´Por una cabeza de un noble potrillo´, parece que hablara más allá del tango. No se puede decir nada de la personalidad del personaje si no sé ubicarlo en su misterio, en su vida, en su mundo detrás del lenguaje. Borges escribió: ´Facundo Quiroga va en coche al muere´. Ese es un lenguaje inspirado que nos habla de un mundo misterioso, son frases que te resuenan por algo, que te quedan por su componente de misterio.’’
Cuando dejé de escribir, porque las imágenes que habían quedado en mi mente ya habían sido representadas en el libro, pensé que era necesario pintar. Pero que a esa altura ya no quería pintar en un bastidor, quería pintar en la calle.
Agarré una lata de cromo vertiente y ahi fue cuando empecé a grafitear frases en algunas calles. Un grafiti que dice “lo que quema son las palabras”. ¿Qué pensaría Hebe si viera una frase tan cliché escrita en una pared en las vías del tren? ¿Tendrá su componente de misterio?
Wau volví a escribir y no es un capricho. Me gusta creer en lo que me sale sin esfuerzo, ¿te imaginas estar solo en una habitación encerrado con tus pensamientos por horas y horas? algo tengo que hacer, algo se tiene que hacer con los pensamientos.
Y ahora que estoy escribiendo, pienso: ¿será que vivir una vida es posiblemente tratar de explicar las escisiones que la parten abruptamente, sacándola de su mundo habitual y obligándola a pensarlo todo desde una herida?
La primera vez q leí poesía fue en la galería patio del liceo, antes de llegar nos encontramos a Ioshua en el tren de La Plata. Iba con su novio y me convidó un trago de licor de kiwi que mi ex no quiso tomar porque dijo: “¿Estos trolos se chupan el pito en el vagón del tren y después te lo convida como si nada?”. A vos. Sí, a vos: sos un macho de mierda.
“¿Para donde van, amigas?” . “Vamos a escuchar a Inés Púrpura en la galería patio del liceo” “¿Ke? Vamos de unaaaa, Inés es mi amiga ¿De donde sos?”. “Yo soy de Ciudad Evita ¿vos sos de La Plata?”. “Nooo, yo también soy del oeste. En el camino hablamos de los alternativos, de la bond y de los recitales punk”
Cuando llegamos estaba lleno de porteños que flasheaban arte. Siempre hay alguna de provincia por ahí. El micrófono sigue abierto, Ioshua toma el micrófono y comienza a recitar lento pero fuerte, acariciando las palabras, mientras de inquieto toca el techo y utiliza todo su cuerpo. Actuaba cada palabra como si ellas existieran, senté que Ioshua era el emoji de el diablo bueno violeta.
Cuando terminó de recitar vino hacia nosotros, y me dijo “¿Estuvo bueno amigas?” Y nos reímos de las palabras. Mi ex le contestó que yo tambien escribía. “No, no escribo, solo subo fotos lindas a tumblr y a veces pongo lo que pienso”. “A ver, léete una de esas fotos, dale.”
Drogado dorado al sol, este sol te deja hermoso así como sos. La carne magullada de mis heridas se lava con agua se lava con sal. La gente está, la gente se va. La carne cicatriza, pero lo que quema nunca regresa.