Cuando veo las obras de Alfredo Hlito lo primero que me pregunto es de ¿qué lugar geográfico vienen sus imágenes o de qué tiempo son? No sé muy bien de qué época es este artista, ni de dónde nació ni de dónde salió.
Efigies fué su serie más importante, la que concentró todo su cuerpo de obra desde el año 1960 hasta su muerte. El término efigie es una representación de un ser y gracias a este término le da amplitud para poder indagar el lenguaje de la pintura. “Cosa en si” como el artista denominaría “imágenes abstractas con personajes y metáforas de lo visible”.
Para el pintor una efigie es su cuadro pictórico. La pintura de Hlito siempre me pareció un enigma. Estos cuadros tan poco atractivos pero penetrantes guardan un tesoro casi imposible de encontrar, pero que todos sabemos que en alguna parte de su obra existe y hay que intentar de hallarlo. Esta pintura se llena de fantasmas de la historia. Los cuadros de hlito guardan el adn de la pintura y conservan un código secreto, casi oculto.
Una efigie podría ser un alienígena o un bisonte de la cueva de Altamira. Hlito cruza fronteras temporales trazando líneas rectas, algunas torcidas, otras firmes, como si cada línea fuera el esqueleto de la obra. Dentro de cada “Efigie” se encuentran estas vértebras, como si cada pintura no intentara esconder nada. Contienen el espíritu, el cuerpo y la carne, casi como una “verdad” religiosa. Pero Hlito como se ocupó de decir constantemente en su trayectoria, no le importaba un tema en específico, sino sólo el propio “tema de la pintura”.
“El tema no es interesante. Lo verdaderamente interesante es la imagen, de lo que el tema es solo el pretexto… No hay nada nuevo en esto, y eso también es bueno. El tema es gratuito , es decir, intercambiable con otros (?) solo en el principio. Luego se vuelve necesario fatal. Pintar cada vez mejor el mismo cuadro, en eso consiste la obra del pintor. Cada vez mejor… por la facilidad y la felicidad del logro. Porque hemos ido eliminando las incógnitas. Cuando se haya develado hasta la última incógnita . ¿Qué resta por pintar?”
Reitero, Hlito pintó en sus efigies el esqueleto, la carne y el espíritu de un cuerpo y no es casualidad que en sus escritos durante su paso por México se reflejaran sus intereses religiosos. Entonces, me pregunto ¿se asemeja un cuadro al óleo, una pintura a nuestro propio cuerpo? Este cuerpo que siente sus contradicciones, que parece nunca terminar de ser lo que es, un cuerpo que se va transformando con el devenir del tiempo
Yo siendo pintor siento que estos cuerpos abstractos provienen exclusivamente de formas geometricas pero bien tranquilamente antes de ser una forma o una “Efigie” podría haber sido cualquier objeto o cosa. Claro, si el ocultamiento es parte del propio proceso pictórico, mi día a día como pintor en el taller me pregunto ¿cuántas veces he transformado un bisonte en una línea , o mis manos en árboles, o paisajes en rectángulos de colores? ¿cuántas veces he tapado esa imagen que fue cambiando a través de mi estado de humor?
La austeridad que maneja Hlito me genera una extrañeza enigmática y existencialista. Cómo es posible que un pintor medio abstracto medio figurativo, encriptado , con casi nada de narración cruce tantas geografías de la historia del arte? Que al ver una pintura de él, se reconozca que la pintura es algo más que una pintura, un imaginario (estado, forma, color y paisaje) más allá del lienzo.
¿Qué son estas efigies que pinta A. Hlito? Es la posibilidad mágica de que un cuerpo sea un bisonte o un edificio de Buenos Aires? Es lo mismo pintar edificios que solo hacer líneas en un plano? Evidentemente el tema importa, pero en la obra de este artista, hay algo de la propia potencia de la pintura que la ordena. La presencia de estos cuerpos a lo que llama efigies son producto de la propia monstruosidad que da el propio hacer pictórico. Ocultamientos, manchas, direcciones, borrones, pinceladas débiles o firmes. Esta obra es tan extraña que se permite una paleta medio sucia, colores ocres y marrones que podrían provenir del universo del primer cubismo de Braque y dan la sensación de una apatía dura pero sensible. Cuando uno ve una pintura de Hlito no sabe por dónde empezar a mirar, se pone en juego el tiempo de la mirada. Incluso me imagino que sus cuadros, al tener tanta concentración en su composición caprichosa, logran que todo sea una tensión permanente. De todas maneras no una tensión nerviosa, sino una tensión propia de alguien que está señalando algo de vos y te genera cierta incomodidad.