Hace unos días vi el documental La Cueva de los Sueños Olvidados, de Werner Herzog. El director visitó con un reducido grupo de filmación y paleontólogos expertos la cueva de Chauvet en Francia, que tiene las pinturas rupestres más antiguas de la humanidad registradas hasta el momento. Pinturas de hace más de 30.000 años y que estuvieron guardadas en la oscuridad hasta hace 30. Las imágenes de bisontes, caballos, leones, entre otros animales, conviven con cráneos y esqueletos de osos de las cavernas — especie ya extinta con la que los homosapiens compartían la cueva — y estalactitas -formaciones que crecen 3 centímetros cada mil años — de más de un metro, y fueron hechas con óxidos sobre la superficie rugosa de la piedra intervenida de antemano por arañazos de los osos moradores.
Una pared de una de las cámaras resalta especialmente, por el color y por la ausencia de representaciones de mamíferos. En esta se observan impresiones positivas de manos hechas con un color rojo vivo, como si hubiesen sido apoyadas ayer sobre la roca. Se pudo determinar que todas las impresiones fueron hechas por la misma mano, debido a una torcedura del dedo meñique. Visto a la distancia, el panel es una superficie plagada de manchas rojas. Esta perspectiva me hizo pensar en la pintura del inglés Howard Hodgkin (Londres, 1932) y su gesto tan característico de pequeños toques sobre la superficie. El motivo detrás de las huellas de las manos no se puede determinar claramente, es tán atractivo, como enigmático.
Las obras de Hodgkin, creo yo, comparten la misma característica de lo enigmático. Con su lenguaje acotado de manchas, trazos, color y las particularidades del soporte, pero de variaciones y combinaciones infinitas, Hodgkin puede hablar en su pintura acerca de cualquier cosa, un lugar, una idea, un paisaje, una persona, un recuerdo. Su pintura nos habla de la memoria y de encontrar la forma de hacerla presente. Cada una de sus pinturas comienza a partir de un motivo o tema, que proviene de un recuerdo personal suyo. De ahí la variedad, la poética y la precisión de sus títulos, al igual que la singularidad de sus resoluciones. Aquí algunos ejemplos: Tears for Nan, Don´t tell a soul, Black as Egypt’s Night. La relación entre imagen y título en la mayoría de los casos es todo menos obvia. Nada de la imagen adjuntada arriba titulada House / Casa, nos remite a su referente, a la ´idea de casa´. Pareciera que los recuerdos del artista están indivisiblemente mezclados con sus emociones. Aquí un pequeño ejemplo con el análisis de la obra Clean Sheets 1982–1984 (Sábanas Limpias). Si pienso en sábanas limpias, pienso en el ideal, sábanas blancas, la cama recién hecha en un cuarto iluminado. En la pintura de Hodgkin vemos un clima nocturno. Pinceladas frescas rectas, diagonales y perpendiculares donde dos o tres verdes distintos se funden entre sí. Más atrás otras, paralelas y más duras, un tono por pincelada. Sobre un fondo de un azul profundo, violetoso, de manchas antiguas más dubitativas y difusas. Se esconden, en ese azul, manchitas rojas, pequeños toques del pincel que apenas sobrevivieron, junto con el dibujo de la veta limpia de la madera que funciona como soporte. La imagen es controlada y amable en su composición, las pinceladas tienen cada una su lugar y no parecen pisarse unas a otras. Los bordes de estas, sin embargo, son ásperos, y hay algunas salpicaduras y borroneos. Hodgkin dice de la pintura: “ It’s just the interior of a bedroom. But as someone neatly put it, it’s full of Friday night thoughts” / “Es solo el interior de una habitación. Pero como alguien lo expresó de manera ingeniosa, está lleno de pensamientos de viernes por la noche”. Evidentemente la imagen es portadora de un recuerdo y una emoción muy particular de la biografía personal del artista. Sin embargo, la elección del título, es tan certera, tan adecuada, que apela a la sensibilidad de todo espectador, ya que nos transporta a una sensación táctil que todos tuvimos: acostarse en sábanas limpias. (Podríamos hacer el ejercicio de pensar cuán diferente sería la experiencia si el título fuera por ejemplo “ Interior of a Bedroom at night”/ “Interior de un cuarto por la noche”). A partir de esa sensación que es tan mínima, ínfima, habitual, a la que uno ya no le dedica atención, el espectador, o al menos yo, vuela por recuerdos y sensaciones personales.
Las emociones en Hodgkin están además entreveradas por el paso del tiempo. Aunque las resoluciones pictóricas puedan parecer frescas y elocuentes, las fechas de las obras nos indican que toman años en concretarse. Los soportes que utiliza, maderas rígidas, están asimismo cargados de historia, previa a la del artista, que se hace presente en las vetas y los accidentes de la propia madera, al igual que la pared de piedra que filmó Herzog. La pintura de Hodgkin me devuelve a un tiempo diferente al de la contemporaneidad. A un tiempo dilatado, casi pausado, como el de la cueva. El tiempo de una vida, y de la pintura. Cuando veo las pinturas de Hodgkin me pregunto sobre, su sentido, la comunicación, su destinatario… Y cuando pinto pienso un poco en eso.