LUJO, CAPRICHO, OFRENDA — Sofía de la Vega

Victorica
4 min read5 days ago

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1/ No alcanza

Ahorramos en cantidad pero no en diversidad.Que no se malinterprete: compramos cosas singulares y no repetitivas para decir que tenemos una de cada una, y creemos que así le ganamos a la idea de consumo. Nos gusta creer en el ahorro. Algo totalmente ajeno a nuestra persona. Ahorro del tiempo, ahorro de las distancias, ahorro de los cuerpos, pero, cuando pintamos llenamos el telgopor de óleo, desperdiciamos esos tubitos caros a propósito, enchastramos la tela que queda húmeda durante semanas. Así no podemos avanzar con la pintura. Un poco lo buscamos, otro poco lo volvemos una forma de condena. Miramos y soñamos pinturas económicas, en las que hay un rastro, una idea de sequedad que pasa por nuestra garganta y ojos, pero queda.

Hay una declaración muy clara entre mis amigas: compramos dólares como forma de ahorro, para comprar un celular que nos permita trabajar. Todas estudiamos diferentes carreras, ninguna fue mi compañera en la universidad, todas también trabajamos haciendo contenido para redes sociales. De cinco trabajos uno es content creator, pero el content no está en nuestros bolsillos. Luego la vida es acumular recursos materiales para no pensar en la plata.

La pintura es poca, se arrastra, no llega al límite, está vacía y con el mayor esfuerzo posible genera algo prolijo. Es lo que hacemos con el dinero de la cuenta, tapamos en la aplicación del banco cuánta plata nos queda para estirarla, para imaginar que no es un problema para nosotras el monto y que ese vacío, esa parte blanca, ese incógnito es la riqueza inagotable que tenemos.

2/ Colores en la obra de Déborah Pruden

  • Amarillo limón de exportación
  • Verde billete quinientos con el yaguareté
  • Azul océano logo de la Oficina del Presidente de la República Argentina
  • Blanco de los huesos acumulados de (lo rellenan ustedes)
  • Naranja intenso overol presos yanquis
  • Negro que no alcanza
  • Marrón

3/ Posibles formas en la obra de Déborah Pruden

  • Líneas del subte en Tokyo
  • Sistema de riego azteca
  • Señalización de la bolsa
  • Valles Calchaquíes
  • Cajas
  • Lenguaje ultrasónico de murciélagos
  • Plano en perspectiva de una habitación
  • Tetris desconfigurado

4/ Gastos aproximados en materiales en la obra de Déborah Pruden

  • Lienzo medidas 130 x 140 16, 57 dólares
  • Oleos Windsor and Newton 10 pomos x 37 ml 123 dólares
  • Oleos Winsor and Newton 4 pomos x 210 ml 98,15 dólares
  • Trapos 0 dólares
  • Dos paquetes de pínceles del barrio chino de la ciudad de Buenos Aires 7 dólares
  • Aceite de lino marca Eterna x 250 ml 2,85 dólares
  • Trementina marca Alba x 500 ml 8,42 dólares
  • Bandejas de telgopor 0 dólares

5/ Austeridad y economía

Querida Deborah: nunca hablamos, ni te conozco, ni fui a una muestra tuya. Busqué una foto de tu cara en internet y pensé que te veías como imaginaba que se vería alguien que pinta como vos. Suena complicado pero es la verdad. Te tengo mucha envidia y la puedo sentir libremente aunque estés viva y habitemos la misma ciudad. Ojalá algún día sepas cuanto te envidio, lo repito para que se entienda nuevamente, y ojalá también dios me perdone. No pareces dudar en tu obra, tus trazos son firmes, austeros, determinados. Me pregunto si así llevas también tu economía. Aunque tu obra denota una espontaneidad, o ensayo: alguna gota que puede caer, la usás y sacás lo mejor de eso. Yo en cambio como Juana Bignozzi “Trabajo con dudas / trabajo para siempre”, suena muy canchero pero no, dudar siempre es feo, no conozco un solo momento de mi vida donde la duda haya sido buena, creo que por eso acumulo, busco, quiero algo más porque se habilitan más posibilidades y la ambivalencia es infinita.

Te quiero hablar de algo: el color raspado. Sentir que se agota un color renueva mi fe en Dios. Cuando vi por primera vez tu pintura me quedé fija en esas resquebrajaduras que hay entre el fondo blanco y las pinceladas. Un poco se me erizaron los pelos de la nuca al pensarte con un pincel viejo raspando. No creo que haya sido así pero me gustaría pasarme ese pincel, que no sé si existe, por la cara. Esta cosa de que la pintura tiene un fin y está terminada aunque mantenga huecos sin tocar me reconforta seriamente, que algo tenga espacio libre y no me den ganas de llenarlo, me hace pensar que todavía tenemos posibilidades contra el capitalismo.

Leí que en algún lado dijiste que terminás una obra cuando te interesa saber cómo reacciona. El fin tiene que llevar a otra acción, una respuesta. No hablás de vos, hablas del habla, de una comunicación en lo que pintás. Por eso hay blancos, no se puede hablar con un otro si lo llenás todo. Cuando estaba camino al Centro Cultural Recoleta dos personas me pararon en diferentes situaciones hablándome en inglés, yo les respondí en inglés también queriendo demostrar cierto cosmopolitismo, suponían que ese era mi lenguaje nativo. Mi respuesta a uno de ellos fue torpe, mal pronunciada, pero inauguro otra pregunta, “Are you a lawyer?” Me decía mientras miraba la Facultad de Derecho a nuestras espaldas, le dije que no, que iba a ver una obra sobre la que iba a escribir, “Oh, a journalist” dijo. Me adapté a esa suposición y le respondí que era periodista de arte, de una corresponsalía australiana. Después de eso creo que notó mi mentira y simplemente me deseó buena suerte.

Ahora me imagino un supuesto encuentro con vos mirando la obra, me mirás y preguntas por mis zapatos con una voz rara, contesto y te devuelvo el interrogatorio con un “¿a qué te dedicás?”. Me miras a la altura de los hombros y también me mentís que sos una periodista australiana. Te pregunto si se cobra bien allá y vos me decís que no, que por eso viniste a Argentina, para ganar plata y ser artista.

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