A mi entender, las prácticas artísticas de un lugar están íntimamente ligadas a su contexto sociopolítico de turno. Puntualmente esta vez me detengo en la música, en nuestra música o la que se hizo y hace desde acá. Por muchos años se abrazaba desde la poética musical el entramado, lo político y social sin tibiezas ni dualidades. Una música, agrupaciones y sensibilidades con un compromiso y proyectos. A continuación propongo una aproximación sumamente humilde, salpicada y caprichosa para acompañar lo anterior dicho:
1. La balsa (1967); es un tema que para muchos es “la primera canción del rock argentino”. Hija de su época plantea los sentimientos de melancolía y soledad propias de la juventud. Con las melodías alegres y simpáticas propias de la época se escapa una letra sentida y humana. Miedos, dudas e incertidumbres de lxs jovenxs de finales de una década tan álgida como lo fueron los 60.
2. Marcha de la bronca (1970); el ser argentinx: estar siempre luchando, pidiendo, exigiendo y con enojos. Escrita en los albores de los 70, cuando la historia reciente de estaba delicada y convulsa.
3. Los dinosaurios (1983); si bien este himno popular tiene ya sus décadas encima parecen que aún siguen acechando con el mismo veneno y olor de siempre. El germen de esta canción sigue más vivo que nunca, una poesía antifascista y cobijo del entramado.
4. Inconsciente colectivo (1982); de aires frescos y esperanzadores, una canción argentinísima y renovadora.
5. Como ganado (2002); con el reggae típico de la banda y la voz sentida del Pity, esta poética es emblema de la unión y resistencia.
La selección caprichosa se escurre de la música de ahora. La música que antes era la más popular, esperanzadora, estimulante y sincera quedo soplada por una marketinizada y autotinizada (?. Quizá en otra época se escuchaba como música funcional otra música. Hoy cierto sector de la juventud baila y canta canciones sin contenido, autoría ni gracia. Pienso en el votante prematuro promedio, aquel que cree entender el mercado y que escucha esa música. Hija de la época política que nos abruma, esa música suele promover ideas personalistas, lujosas y vulgares. No me gusta criticar gustos ajenos, me hace sentir cascarrabias y esnob, pero esa gente es la excepción.
Hace dos años en un recital de ysy a, el público agitado por el fervor patriota cantaba entre canciones “el que no salta es un inglés”. Interrumpe el cántico ysy a al grito “eh amigo, sabes qué? Yo soy re patriota y re argentino, pero no estoy ni ahí con la discriminación a gente por ser de otro país wacho. Y eso de “el que no salta es un inglés” me chupan la pija. No voy a discriminar a nadie porque sea inglés, chileno, estadounidense, brasilero. Aguante todos nosotros. No me cabe una la discriminación. En mi show, no se va a discriminar a nadie por ser de otro país, se entiende?” Después parece ser que aclaró las cosas por redes sociales, obviamente por las críticas recibidas. Quizá si quedaba esta reflexión en la intimidad no pasaba nada. ¡Qué más argentino y patriota que bardear a los ingleses, piratas históricos e imperialistas! Bajo esa idea de querer agradar a todo el mundo estos referentes solo propulsan ideas para nada inocentes.
A principios de este año en una entrevista en España se le preguntó a Emilia Mernes por la actualidad argentina. Era justo a los comienzos del nuevo mandato presidencial, donde las políticas del repulsivo ¡afuera! empezaban a efectivizarse. La periodista española pregunta: “justo hoy en España vimos que varios artistas de aquí han mostrado su apoyo a la cultura argentina que en estos momentos pueden sufrir recortes por el nuevo gobierno de milei. Entonces mi pregunta es como mujer argentina y artista, ¿cómo estás viviendo esta situación?” La cantante se mostró incomoda y solo miraba hacia detrás de cámara. Dejó de mirar a la periodista para buscar ayuda con su mirada a alguien más. Imposibilitada de responder, una voz de afuera interviene para decir que no se hablará de política. Mientras, Emilia solo sonreía. Segundos después se escucha de nuevo esa voz por fuera que daba por terminada la entrevista. Obvio que después de eso todo era memes y críticas. Emilia memes. Un tuit rescata esa foto de desconcierto de la cantante y la acompaña: “lo que me angustia no poder ir a la marcha mañana por el laburo van a pensar que soy ella”.
Todas estas industrias flamantes de esta época son hijas de los discursos neoliberales. Y no solo queda en la música sino que se estira hacia otros sectores que un sector de la sociedad escucha. Cuando el año pasado fue el intento de magnicidio hacia Cristina, Luzu tv se pronunció el día después diciendo que no se habla de política. Fomentar estos discursos antipolítica, como si eso fuera genuinamente posible, solo llevan a políticas de derecha. Ni feminista ni machista; ni de izquierda ni de derecha.
El día que se retiró el cuadro de Videla del colegio militar Charly se pronunciaba en vivo entre canciones: “hoy es un día político, voy a cantar canciones políticas. ¡Porque le rompí el culo a Videla! Pi pi pi lo bajaron. Y ahora me van a tener que bancar y me chupan bien la verga, entienden? Todos esos pelotudos se van bien a la puta que los parió”. Hoy Emilia en una de sus canciones más conocidas se compara con Madona en los 90, mientra rima fans con onlyfans.
Si bien me detuve en un sector también es justo detenerme en aquellos otros sectores de la música, política y medios donde somos varios; donde hay más ambiciones y compromisos en conjunto. Esa parte que se desprende de la barbarie individualista y vacía de contenido social y sumamente políticos. Horacio Gonzáles dijo alguna vez que toda época era pensar lo que no resolvió la época pasada. Quizá el compromiso sea ajustarse a esa idea, tratando también de atender y resolver aquellas militancias sin políticas que desmigan el entramado, tratar también de rastrear las deudas pendientes del ayer e identificar las del hoy.