PEGADO ESPECIAL — Melisa Caggiano

Victorica
3 min readFeb 22, 2024

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Mi amiga Sabri tiene este cuadro colgado al lado de la puerta de entrada de su casa. Es una foto de hace muchos años que encontró en la casa de sus abuelos. Se trata de un enmarcado fuerte y duradero, donde aparecen su abuelo y abuela más cuatro personas que no sabe muy bien quienes son: tres personas adultas y un bebé en brazos de una de ellas. El día que lo vi, y cada vez que lo veo, me quedo un rato mirándolo, hay algo que me produce mucho encanto y siento que podría pasar mucho tiempo ahí intentando entender varias cosas.

Sabri recorto de otras fotos a su mamá, su papá, su hermana y a ella y las superpuso a las caras de las personas desconocidas. La hermana mayor es la que mejor ensamblada quedó. Su papá con anteojos de sol y luz natural se hace notar que es un recorte. Su mamá está bastante parecida de luz respecto del retrato pero le falta el cuello. Y ella quedó desproporcionadamente más chiquita que el bebé original. La foto familiar queda armada. Eran cuatro los desconocidos para los cuatro conocidos que tomaron el lugar. La cuenta da.

El encanto que me produce creo que tiene que ver, en parte, con ese ensamble mal hecho. Está claro que fue armado, que esa foto naturalmente no fue así. En tiempos de Photoshop alguien agarra una tijera y se pone a recortar fotos, hace una obra de arte.

Sabri trabaja en la cocina de un bar, no es artista, aunque yo creo que sí lo es en muchos aspectos. Si me pongo a pensar, Sabri tiene muchas fotos colgadas en su casa. La mayoría las sacó ella, otras son de amigxs o artistas que le gustan, pero el elemento foto se repite, y al igual que lo que cocina, esta re bueno. Su casa podría tratarse entonces de una humilde galería de fotografía, una muestra colectiva puertas adentro a la que solo llegan amigxs, familiares, amigxs de amigxs. Una casa cualquiera y casi una galería cualquiera ¿Ella lo sabe?

¿Y qué hace de esta obra una obra de arte para mí? Podría decir que la cercanía. La cercanía que Sabri sintió por esa foto donde ganan los desconocidos. La cercanía por sus abuelos, de querer salvarlos, de ponerlos en buena compañía. Una cercanía que –de tan cerca- traspasa, como el acto de recortar.

Esa falta de respeto hacia la fotografía es la otra parte del encanto. Si una foto es un recuerdo estatizado, un instante atrapado de forma bastante fiel, de manera realista, Sabri recorta ese congelamiento y revela lo frágil de un papel fotográfico, y con esto, lo frágil de un recuerdo. La mente olvida, desarma y rearma, y las manos también.

Cada vez que miro esta foto pienso que re-tratar un momento es posible y la transgresión es un factor importante. La ternura también. Sabri pudo hacer lo que yo nunca pude. Porque al igual que su familia, mi familia no fue ni es nada feliz. Demasiado vínculo sanguíneo para muy poco amor. Todo eso en mi está como la foto original, los desconocidos siguen siendo desconocidos y la foto está guardada en un lugar de poco tránsito, juntando polvo. Yo no pude hacer de esos malos recuerdos una obra de arte, aunque ahora sé que acercándome y transgrediendo podría.

La sonrisa forzada de la abuela de la foto original ahora parece una sonrisa más real. Está contenta. Todas las sonrisas ahora arman un mejor sentido medio tosco entrecortado de la familia que Sabri soñó feliz.

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