TEORÍA CRÍPTICA DE UNA MESERA — Juan F. Masabeu, Gaspar Nuñez, Bett Pavetti y Francisca Ulloa

Victorica
5 min readSep 14, 2022

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Pintura de Marcia Schwartz
  1. Tenés veinte, sos mesera. Estás estudiando una carrera purgante. Viniste a Buenos Aires a ser artista. Estás en el momento donde un mural de arte callejero que dice “Si habito en tu memoria nunca estaré solo” te deja de conmover. En los auriculares suena Virus, pero todavía no sabes qué va a reemplazar ese descubrimiento. De repente te haces una amiga con padres cosmopolitas que levantaron una casa cuadrada de cemento brutalista. Decidís ser parte de lo que tu mamá no. En paralelo, pasas por la esquina de Gurruchaga y Padilla y ves a través de la vidriera una obra de Malena Pizani. Pensas: “ah, esto es todo lo contrario a los murales de Diego Roa”. Entras a la galería, charlas con Guadalupe Creche, lees el texto de Paula Peyseré y te vas a tu casa pensando cómo tener los ojos de artistas así.
  2. Un bar es como una ciudad. Una mesa de un bar no puede ser un barrio. Es un motivo de reunión, un lugar de convocatoria por diferentes motivos. Es el lugar donde elegiste sentarte en la ciudad. Un poco un cordón de la vereda. La mesera va poniendo y dejando en las mesas, microdialoga. La mesera no piensa en quiénes están, qué son esas personas, sino qué están haciendo. Esto significa que cuando uno quiere pertenecer a un determinado colectivo o grupo, presta atención más a lo que hacen que a lo que son. Esto es un poco pretencioso. Diana Aisenberg o Fernanda Laguna, por ejemplo, hacen que no nos demos cuenta de su importancia. El arte de los ochenta es una mesa, el Rojas es otra mesa: cuando todos se van y dejan la mesa, ¿qué queda?
  3. Vemos un bar y vemos mesas y vemos bullicio y gente gritando una arriba de otro. Y platos cayendose. Algo que no se puede distinguir con claridad. Hay alguien que llega tarde y quiere meter la silla y le hacen lugar. Todas las partes de un bar: el de la cocina, el de la caja, el dueño. La mesa de los quejosos, la que viene y que va. Un pollo a la naranja lo piden de una mesa. Hay otras mesas que ni te miran a los ojos. Hay mesas que preguntan qué opina la mesera. La mesera no se puede sentar en la mesa. Por eso es mesera. Si pasas mucho tiempo en una mesa, lo descontas de la otra. La mesera es picaflor.
  4. Las Universidades públicas son grandes mesas de bares. Por ejemplo: en la UNA hay galanes, locos, protagonistas de la escena. Pero no podés reconocer a alguien de la UNA por fuera de la Universidad. No te los encontrás y son un millón. A lo sumo te los cruzas trabajando en instituciones.
  5. Los talleres son mesas más chicas: el de Luis Terán, el de Flavia Da Rin…. son lugares no fáciles de encontrar, que hay que adentrarse para llegar. Hay lugares que vienen hacia uno y otros a los que hay que ir como curiosx.
  6. La mesera laburó también en la cocina de un gimnasio cocinándole a Cristian Sancho. Después de entrenar la gente comía sus claras de huevo con frutilla. Calamaro comía en una mesa, iba al baño y se sentaba en otra mesa. Tenía que seguirlo con lo que había pedido en cada cambio de mesa. También De Narváez estaba ahí. La Ritó se metía en la cocina a ver qué es lo que hacían. El bar es en realidad la gente. El descubrimiento de esta ciudad termina cuando con una impresión de una persona entiendas de dónde viene y estudia. “Para Flaubert la náusea de vivir proviene de que cada destino es previsible de donde vino. Las cartas están echadas y no se vuelve a tirar otra mano.”
  7. La náusea de vivir es el regusto de volver a vivir constantemente lo conocido. ¿Entonces cómo podemos metabolizarlo del todo, o vomitarlo o cual sería la forma en que los lugares estables puedan darte seguridad?. “La neurosis es una adaptación intencional de la persona de todo su pasado, de su presente y de los aspectos posibles de su futuro.” En la náusea por lo menos tenes un síntoma de algo que evita la propia muerte.
  8. Una noche, mientras la caja está cerrando, el cocinero ya se fue, el bachero está afuera dejando las bolsas de consorcio al lado del tacho, la mesera ya terminó de poner las sillas arriba de la mesa y barrió las sobras que cayeron al piso. Ella, como picaflor de las partecitas de la ciudad, se sienta a comer por primera vez en toda la noche. La mesera no sabe qué pensar.
  9. Santoro tiene un párrafo en el libro del niño peronista en el que se refiere al bar como un panóptico de mesas. Como María Moreno que decía que si estabas en un bar y dejabas pasar el tiempo, todo podía suceder. Te recortas, te abstraes, pasan las cosas, entendes como funciona el universo. No se si lo dice ahí él pero empezas a pasar desapercibido, te mimetizas con el lugar. Dejas de ser un extraño y sólo observas. El bar es el almacén de ramos generales del sujeto, dice María Moreno.
  10. La bartender tiene una especie de receta. Un mesero con grillete: para tomar agua tiene que agacharse bajo la barra. El bartender solo se puede comunicar con vos a través de un ticket. En un poema del libro Deseo y Decepción, de Florencia Méttola, sucede la siguiente situación: FM y FF estaban en un bar, en la barra de otro bar, y hablaban de que sus conchas eran diferentes, dibujaron sus propias conchas para ver la diferencia. Luego invitaron a las meseras a que hicieran lo mismo y todas lo hicieron y entregaron sus dibujos desde distintos puntos de vista. Finalmente llegaron a la bartender, pero ella, en su cualidad de bartender, hizo el dibujo en su casa y lo guardó hasta que la volvió a ver en ese bar con su amiga. Las bartenders no tienen que estar atendiendo al público directamente, su actitud es más sinuosa y oculta.
  11. La sociedad vale lo que vale la relación de persona a persona, es decir no vale lo que dicen los artistas — ya lo decía Masotta criticando a Ricardo Rojas. La mesera no sabe qué pensar pero dice: no es la mesa sino lo que pasa en el costado.

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