UNA ESCALERA QUE LLEVA AL CIELO — Bett Pavetti

Victorica
3 min readApr 25, 2024

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Hace ya casi un siglo que el arte abstracto genera un conflicto cada vez que alguien se para frente a él. Eso es porque algunas personas tenemos la necesidad de entender algo asociándolo con otra cosa, con otros símbolos o imágenes en el cablerío de nuestra cabeza, y eso a veces presenta un problema, puesto que el arte abstracto establece una distancia separada por un abismo cognitivo, alienante para el espectador, pareciendo ser completamente autónomo y para nada conciliador. En estos casos la interpretación puede ser tan liberadora como asfixiante, entonces acudo viejas preguntas: ¿el arte abstracto desea ser interpretado? ¿Qué hacer cuando el arte pretende no decirnos nada?

¿Es que ha descubierto que la interpretación es en realidad una trampa?

Susan Sontag dice que esta encrucijada es porque existe una supremacía en la forma de interpretar y es la siguiente: entendemos a una obra de arte por su contenido. La interpretación llega a nuestra vida desde muy chicos y la figuración viene a ser un lenguaje que amenaza con la libertad conceptual del lenguaje artístico. No es una novedad lo que digo, pero tal vez efectivamente la interpretación es la venganza que el intelecto toma sobre el arte, como así lo dijo Susan. Es una venganza porque reduce y empobrece la infinita expansión del arte en palabras, es decir, en cosas que ya conocemos. Imaginen que no podemos imaginar un objeto reproducido miles de veces, millones de veces, mucho menos hasta el infinito: así de pobre es nuestra imaginación. A esa carencia está atada la interpretación.

Hablando sobre el infinito, la serie a la que esta obra pertenece se llama “Pensamiento vectorial” y los vectores son un conjunto de valores singulares organizados en un determinado orden, direccionalidad y magnitud. Pueden llegar a generar, por ejemplo en una computadora, una imagen que puede expandirse hasta el infinito sin perder definición, algo que me parece muy bello e inimaginable, por tanto casi in-interpretable. También, en términos biológicos, un vector es un ser vivo que puede transmitir o propagar una enfermedad. De por sí tienen en común la unión de dos partes para generar una expansión determinada.

Es liberador quitar de la obra la responsabilidad de hacer contagioso un vector. Schelling dice que el arte empieza allí donde la razón nos desampara y es cierto, tal vez al artista, en este caso Juan Sebastian Bruno, lo ha desamparado la razón mientras hizo la obra. Pero ahora la razón vuelve monstruosamente en mí para catalogar y categorizar todas las partes y así mutilar la obra con mi entendimiento. El arte ha sucedido y queda el campo minado de la interpretación. En ese campo hay que defender al arte sabiendo que éste no nos defenderá a nosotros, sabiendo que siempre nos meterá en problemas.

Una vez dicho esto me tomaré el atrevimiento de ir en contra de la voluntad del arte abstracto para decir que acá veo una puerta que da a una escalera que lleva al cielo.

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