VENTANA CON TAQUITO DE MADERA PARA QUE NO SE AZOTE — Lucas Mercado

Victorica
4 min readSep 7, 2024

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Fotografías cedidas por Taller Inminente

Quiero una ventana iluminada en la noche, y en ella ver la aureola que proyecta una lámpara en el techo, o el último aliento de un ventilador recientemente apagado. Un televisor andando, alguien en la cocina mirando no sé a quién, o a mí. Alguien que lo abrace y le acerque un cigarrillo ya encendido o alguien solo con el cigarrillo ya consumido esperando a quien nunca hoy, y que nunca ayer y mañana, volverá. Quiero una ventana a oscuras y un rostro iluminado por la pantalla de un celular, con arrugas en los párpados y los lentes que se posan sobre la nariz que denotan la edad. Quiero en un tercer piso una persiana que golpee y la bisagra que chille y no cierre. Una pareja de palomas acurrucada junto a un marco con el barniz descascarado detrás de un cartel de alquiler.

Me dice Dino que él juega al basket y que visitó Paraná para jugar en el torneo Club 12. Yo le digo que me encanta el basket que lo abandoné durante mucho tiempo y que ahora tengo fijo los jueves y que es lo único que casi no muevo por nada en el mundo. Que si su muestra hubiese sido un jueves yo no hubiese ido. Igual exagero, sí hubiese ido pero a sabiendas que faltaría a mi divertimento semanal.

Tuve un entrenador que era tremendo dibujante, o al menos ese fue sin darme cuenta mi primer acercamiento al dibujo. Lo pienso ahora unos días después de haber ido a ver Relato espiral en Taller Inminente. Este DT tenía una tablilla laminada y sobre ella trazaba, con fibrón de alcohol, esquemas de juego, flechas que iban y venían, líneas punteadas, formas de T y de L, y círculos que representaban pelota, defensas, cortinas, posicionamientos en la cancha. Eso era solo posible a través del dibujo, y niños de 9 años lo entendíamos perfectamente gracias a esa sencilla e inmediata herramienta.

Dino me cuenta sobre sus búsquedas recientes que van por el lado de pensar las ciudades, sus zonas borrosas y la gentrificación. Sobre el estatismo de los centros con un trazado masomenos estable y que, salvo en su superficie, se mantendrían intactos. Me dice que las periferias pujan, tensionan y reconfiguran esos centros constantemente. Todo esto frente a unas obras compuestas por escalas pequeñas de colores, líneas como links rotos de internet o señales de bluetooth, manchas que se oscurecen hacia el centro, fantasmitas de pacman. Pinturas sobre papel que difieren, o que conforman un subconjunto, de las hechas en bastidor más pulcras, más precisas, más satinadas. Pinturas que se presentan como laboratorio abierto, como trastienda.

Yo le digo que sí a todo, porque hay algo en el pensamiento y en la práctica de la abstracción que es la confluencia. Y tiene que haber un mínimo de confluencia para poder conversar.

El blanco en la pintura de Dino Valentini es luz trasnochada, luz que emana de una fuente eléctrica, el subir y bajar del trading digital. El antiguo vagabundear glicheado del mouse. Es el azulejado de un baño y el mareo de mosaicos en damero.

Ciudades que se desarman y se pliegan sobre sí, cuál Inception de Nolan, o la ciudad que mira azorada la quema de monte nativo en la zona de islas en el Paraná, o la ciudad sitiada donde vale más un gas pimienta que la jubilación mínima.

Leo que Trump en su Agenda 47 propone “ciudades de la libertad” en tierras federales, que serían aproximadamente del tamaño de Washington DC, cuya planificación y elección sería a través de concursos a nivel nacional. Que incluirían vehículos de despegue y aterrizaje verticales, drones de tamaño humano y bonos para bebés. Que instaría a los gobernadores a deshacerse de los edificios feos y renovar los parques para crear un medio ambiente prístino.

Quiero una excusa para conversar, mirar a una ventana y que la belleza me salude. Jóvenes estudiantes en pensiones hacinados estiran sus espacios compartidos al mirar por la ventana De fondo, el calorito hace vibrar el agua para pasar la noche a mate y Traviatas.

Sobre la muestra Relato Espiral de Dino Valentini, en Taller Inminente, Santa Fe.

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