ME GUSTARÍA HABER SIDO BIÓLOGA MARINA EN ARGENTINA EN EL AÑO 2022 — Valeria López Muñoz

Victorica
10 min readNov 24, 2022

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Ayer les brasileres eligieron como presidente a Lula. En Buenos Aires, la votación se transmitió proyectada en una pantalla grande en la calle Alsina 485, donde está la sede central de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica). Los mensajitos a les amigues decían: estamos en la UOM, por el Colegio Nacional, justo debajo de la luna, donde hay música. El infopaisaje nos ayudaba a encontrarnos. Ocupábamos la mitad de la calle y estábamos llenxs. Yendo hasta la UOM en el subte, nos reímos cuando pasamos por la estación Río de Janeiro de la línea A. Aunque después supimos que en Río Lula no ganó, lo que nos causaba risa era que todo hacía sentido brasilero, todas las cosas iban para ahí. Como el olé olé olé olá que por terminar en á te lleva al tono perfecto para rematar en: lulá. Y mientras cantábamos así, las manos hacían la forma L con el pulgar y el índice. También aparecían unas V. El color dominante era el rojo. ¿Alguna vez se preguntaron si el color rojo suena como se ve?

Si tuviéramos una antena unida a nuestro cuerpo que nos permita oír las frecuencias del espectro de luz como se implantó en el año 2004 el artista británico Neil Harbison, podríamos saber. Harbison es un artista conocido como el primer cyborg de la historia, y muchas veces se estudia como ejemplo en las clases de arte contemporáneo de la facultad. Pero acá yo quisiera hablar del arte que se hace en este cachito de mundo mientras elegimos a les presidentes, y en lo posible no usar la categoría de lo contemporáneo, porque no todo el arte que se hace hoy es arte contemporáneo, y también porque siento que ya se le ven los años.

Entonces pensaba que mientras se realizaba el sueño lulista, en la misma ciudad, Buenos Aires, dos días antes había ido a ver la muestra de Gal Vukusich en Para vos… Norma mía, y que era solamente Buenos Aires, una ciudad melancólica con muchos chiches y psicoanálisis, lo único y nada más que por ahora unía al presidente Lula con una muestra de caracoles y estrellas de mar.

No sé por qué las cosas son así como son, o por qué las cosas se dan como se dan, o van siendo como van siendo. Pero hay un momento donde la continuidad de los días de pronto es interrumpida por un tipo de fuerza que ayer fue la de lo histórico y la felicidad que viene de la belleza ocurrente. Algo parecido a esas palabras sentí en los dos lugares que fui, Norma mía y la UOM.

En Los huesos del mar, Gal Vukusich presentó un conjunto de obras hechas con caracoles, estrellas de mar, pedacitos de cangrejos, espejitos, metales, troncos, piedras, portarretratos, cajitas. Todas estas cosas armaban diferentes escenas con figuras de características más o menos humanoides, con cierto realismo humanx en los gestos y las poses, pero no con el realismo fifí* de las estatuas de lxs adultxs, sino con el que les interesa a lxs niñxs. Quizás tendemos a pensar que a lxs niñxs les encantan las cosas extrañas y las deformaciones, pero parece ser que a cierta edad solo quieren que sus creaciones se vean lo más parecidas posible a las cosas que ellxs conocen. Tienen una sed de realismo. Quieren que el árbol sea como un árbol, que los ojos del búho sean como los de un búho, que Messi sea como Messi. Incluso muchas veces lloran si no les sale así (aunque también, una vez que logran su objetivo, pueden dejar lo que hicieron tirado en cualquier lado).

Las figuras escultóricas realistas de Gal a veces posan solitarias, otras veces se agrupan en escenas de a varies, creando un tipo de sociedad donde hay amigxs, hermanas, borrachos y bailarinas. En definitiva, una sociedad muy parecida a la nuestra pero en tamaño, color y espíritu caracol marino. No sé bien qué es el espíritu caracol marino pero podría ser la espuma que queda inmediatamente después del oleaje, lo que le da ese olor tan particular a los caracoles desde hace aproximadamente seiscientos millones de años. Nunca hubiese imaginado, de no ser por estas obras, que el olor tiene que ver con el espíritu.

Son seres del mar que vinieron a la ciudad, oriundxs de una vida más salada y rosa. Habitan la noche y el día, más pareciera que la noche y la trasnoche, por los estados de ánimo y el glamour inventado: usan zapatos de taco alto que son un pedacito de pata de cangrejo, tienen labios gruesos de traperas y navegan en una barca de espejos en los que pueden mirarse, amarse y discutir en un rincón con ellxs mismxs.

En una de las obras, un videoclip reproducido en una tele, las protagonistas son una pandilla de estrellas de mar que realizan distintas acciones en un escenario azulado. Se las ve en una sucesión de imágenes risueñas y danzantes y unx piensa por dentro que todo eso que está ahí está muy vivo. Aunque yo sepa que alguien las está moviendo con un palito o hilito como a los títeres y marionetas, despiertan un tipo saber que no es aguafiestas sino que al contrario, enfiesta. Hay algo milagroso en lo que hacen. Son los huesos resucitados bailando al ritmo de un reggaetón.

La sala de exposición es para estas obras un nicho ecológico distinto. Están sobre la pared, en el piso, sobre un tronco de árbol, en un videoclip, sobre una mesita ratona, en cajoncitos color violeta, un Violeta Parra. Estos cajoncitos dan a algo funerario pero no sombrío, y a algo de nacimiento también, como si fueran un pesebre abundante en detalles, con toquecitos de horror vacui (miedo al vacío).

Al ver las obras parecería que los procedimientos principales fueron recolectar, montar y pegar. Hay una repetición constante eso, y a su vez hay una des-repetición ya que todos los caracoles por ley natural son únicos y singulares. Aunque da la sensación de que todas repiten una misma idea, una obra nunca podría ser igual a otra. Por eso es una muestra que tiene mucho distinto.

Hay un entusiasmo en ascensor sin freno con los materiales: una vez que comenzó solo pudo seguir. Como cuando cerrás los ojos y hacés que te quedás dormidx y después te dormís. Es un trance falso en el comienzo que después te envuelve hasta hacerse real*. Da la impresión que no hay negligencia en el trato con los materiales, sino que todo está hecho con una ejecución muy cuidada bajo aires ingenuos y juguetones, tratando a las cosas como cosas más que como pensamientos. Las cosas son cosas, dice en el chat Claudia del Río.

Ahora mientras escribo estoy con Coqueto apoyado en la mesa al lado de la compu. Así se llama una obra de Gal que me gané en un concurso por haber adivinado la cantidad de espejitos que había en la muestra. Coqueto es una cara, o mejor dicho una cabeza, hecha con un caracol, con ojitos, boca y nariz de piedritas, y un tocado de concha que le decora la frente porque es muy coqueto. Los ojos de Coqueto miran hacia un costado como el ángel de la pequeña acuarela llamada Angelus Novus de Paul Klee*.

En una visita guiada por la muestra se reveló que había 769 espejos desperdigados entre todas las obras. Yo dije 600, si bien no fue el número exacto, fue el más cercano. ¿Así también habrá adivinado Gal todas las formas que saldrían de sus caracoles? O se trata de una creación en vaivén, conjunta, como si los caracoles, las piedras, las cositas en general y Gal se cantaran mutuamente: Yo seré esto… Vos serás esto… creando arte juntxs.

En las teorías sobre la creatividad, al menos las que yo conozco, las cosas tienden a ir por dos caminos: uno racionalista (ligada más al control sobre el proceso) y otro irracionalista (no control). A mí me hizo tush el cerebro cuando conocí lo que decía Luigi Pareyson en su libro sobre la formación de la obra de arte (Estética. Teoria della formativitá, 1960). Pareyson propone una tercera posición entre el racionalismo y el irracionalismo en algo que podríamos decir en idioma argentino como “corazonada”, aludiendo a un tipo de hacer artístico que combina la ocurrencia instantánea con la paciencia del obrar planificado.

Resumiendo cortito dice algo así: Están la forma formante y la forma formada. La primera, forma formante, mientras va haciéndose, da forma a la obra que pasa a ser, al finalizar el proceso, la forma formada. Es decir que la forma es activa antes de existir. Por eso la obra es un presagio y una adivinación. La forma no es encontrada sino esperada y deseada intensamente. El proceso del arte lleva en sí mismo su propia dirección.

Entonces a los materiales, a la materia y a los procedimientos, habría que sumarle también los presentimientos. Estos son los criterios de elección, los arrepentimientos, las correcciones y reelaboraciones que suceden en el taller de lx artista (o en la cocina, en la cama o en la calle, según donde cada unx haga sus cosas).

La forma formante en el caso de las obras de Gal está dada por el material, es el material. La forma del caracol es una que quiere ser un borracho o una bailarina. Son caracoles dotados de intencionalidad que un poco se le imponen. Y es esta imposición y la transformación por sumatorias, por agregados y arreglos, lo que causa un efecto, lo que emociona y fascina.

Lo bueno de no ser especialista en nada es que unx puede escribir paralelamente o incluso en contra de lxs especialistas. También unx puede ser un poco como los protozoos, que les crecen patitas según para donde quieran ir. A mí las muestras de arte casi siempre me gustan, como le puede pasar a una persona que le gustan todas las películas que mira o a alguien que le gustan todos los diseños de los flyers. Quizás la persona que le gustan todas las películas sabe un montón de cine entonces siempre encuentra algo interesante, quizás la persona que gusta de todos los flyers dice no saber nada de diseño y todos le parecen que están lindos y bien. Entonces saber y no saber no tienen nada que ver con el valor que le damos a las cosas, en este caso, cosas estéticas, para usar una palabra robada a Adorno y vaya a saber unx dónde más aparece (Adorno, acaso uno de los nombres más lindos de lxs filósofxs). Otro filósofo, Kant, basó parte de sus ideas estéticas en un simple empapelado. Se le ocurre ese ejemplo cuando habla del juicio estético, el empapelado de una pared.

Si solo por probar cambiáramos el objeto empapelado a estrella de mar o a caracol ¿qué pasaría? O a pegamento. Qué importante es el pegamento en el arte hoy, lleno de collage, y por eso también lleno de certezas. Cada cosa, cada material encontrado, prefabricado, es una certeza. Traen consigo una información, una historia, un recorrido, no es como empezar de cero sin nada. Pero volviendo al pegamento… lo que permite unir una cosa con la otra… ¿Cuántos tipos de pegamento habrá usado Gal?

Hace poquito supe que al cuadro Manifestación de Antonio Berni le hicieron un análisis de colesterol para ver si el aglutinante que usó para preparar el temple contenía huevo. El análisis dio negativo, no tenía huevo sino pieles y cartílagos de colas de animales. Me imagino a les químiques, conservadores y restauradores del futuro haciéndoles análisis de pegamento a Coqueto o a Gregorio Rubio (otra obra de Gal) y encontrando ahí una información latente que a nosotres se nos había escapado o teníamos muy adentro trabada.

Es cierto que no se puede experimentar y sacar conclusiones a la vez, como dice un poema del libro Amor Envenenado de la poeta Candela Benetti. De todas manera se puede llegar a conclusiones cortitas, más o menos conclusiones, pensamientos destellos con signos de pregunta, signos de admiración, dos puntos, comas, guiones y mis favoritos tres puntos suspensivos…

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*El término “realismo fifí” está inspirado en la idea de “abulia fifí” de Juan Laxagueborde mencionada en un texto publicado en este mismo blog.

*La idea de “trance falso” la tomé de una conversación con Ceci Closa, otra artista de Buenos Aires que gusta de recolectar cosas y usarlas en sus obras.

*El Angelus Novus es una acuarela hermosa de Paul Klee pintada en el año 1920 que perteneció a Walter Benjamin. Algunos historiadorxs cuentan que cuando Benjamin escapaba del nazismo llevaba dos valijas, una con sus libros y en la otra la pequeña acuarela. Esta obra fue tan importante para él que como un fósforo lo encendió a escribir la teoría del “Ángel de la historia” en el ensayo Tesis sobre la filosofía de la historia.

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** fotos: Hernán Kacew

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Huesos del mar de Gal Vukusich. Con curaduría de Hernán Kacew, texto de Maruki Nowaki, participación de Lulo Demarco y compañía de Fernanda Laguna, Andrés Politano y Santiago Villanueva. Del 13 de octubre al 11 de noviembre en Para vos… Norma mía.

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